Hace
unos días leía una infografía llamada Social Network at Work (redes sociales en
el trabajo) y me llamaron la atención dos datos. Uno es el que indica que dos
de cada tres personas creen que las empresas tienen razón al bloquear el uso de
redes sociales en el trabajo. Sin embargo el otro dato indica que a pesar de
que sólo tres de cada 10 encuestados dicen utilizar redes sociales en el
trabajo, los otros siete que no las utilizan aclararon que “sólo ingresan en el
horario de almuerzo”.
Lo
que me generó varios interrogantes: ¿Las redes sociales afectan el rendimiento
de los trabajadores? ¿Es posible que un usuario regular de redes sociales
manifieste algún tipo de abstinencia durante las horas de trabajo que no pueda
utilizarlas? Si tenemos en cuenta que a nivel mundial el promedio de horas
diarias que un usuario pasa en las redes sociales supera las cuatro horas,
llegando a picos de seis a siete horas en Latinoamérica, no hay dudas de que
una gran cantidad de trabajadores sin ninguna vinculación laboral con el uso de
redes sociales las utilizan en su trabajo.
Hace
unas semanas, una nota en un medio de Perú informaba que de acuerdo a una
encuesta realizada a cerca de 35 mil empleados de 400 empresas de todo el
mundo, las redes sociales en el ámbito laboral aumentaban la productividad de
los trabajadores. Sin embargo, una tendencia muestra que hoy en día el 20% de
las empresas a nivel global han implementado políticas de uso de las redes
sociales, es decir, han restringido su uso para fines personales, incluso con
la posibilidad de ser despedidos en caso de no respetar estas políticas. Esta
tendencia crece todos los días, ya que muchos jefes y dueños de empresas
consideran que sus empleados deberían concentrarse en sus tareas laborales y
eso los dispersa.
Qué cambió en el ámbito laboral para que cuestionemos a las redes
sociales
Las
relaciones sociales en el trabajo han existido desde que existe el trabajo
mismo. Forman parte de la necesaria interacción con nuestros pares para
relacionarnos, conocernos, generar lazos afectivos y potenciar nuestros
conocimientos y aptitudes. Ese modo de relacionarnos es el mismo que utilizamos
fuera de nuestro trabajo, por lo que ciertas convenciones no escritas nos
permitían mantener cierto grado de privacidad al hablar de temas personales en
la oficina, así como también poder criticar a pares o superiores en nuestro
entorno social íntimo o familiar fuera del trabajo.
Cuando
llega la explosión de las redes sociales en 2007 de la mano de Facebook, esta
dinámica poco a poco fue cambiando. No la manera en que nos relacionamos o
expresamos nuestras inquietudes y emociones, sino el medio por el cual lo
hacemos. Hoy es muy probable que el 90% de los que lean esta nota sepan cómo
están sus primos o tíos porque vieron su estado en Facebook o subieron fotos de
su cumpleaños, en lugar de haber estado ahí. Esa dinámica inevitablemente se ha
trasladado al ámbito laboral, un lugar donde pasamos el 60% de nuestras horas
diarias de actividad (quitando las nocturnas por supuesto).
Todo
lo que antes hacíamos para relacionarnos y comunicarnos en nuestros ámbitos de
trabajo hoy pasa en gran parte por las redes sociales, con el plus de que
muchos temas que antes eran considerados de un nivel de privacidad y hermetismo
alto, ahora son de conocimiento público sin mayor pudor.
“Mi
jefe dijo que hoy se iba antes pero se arrepintió. No lo soporto más”, “Hoy me
levanté sin ganas de ir a trabajar y pedí médico. Voy a poner cara de engripado
para que se apiade de mí”, “Estoy cansado de que mi compañero trabaje la mitad
que yo y nadie lo note”, “Me quedé solo en la oficina. Voy a ver una serie”
¿Por qué estas declaraciones que antes eran tan privadas y reservadas hoy son
un denominador común en las redes sociales? ¿Cuánto afecta al desempeño laboral
que un trabajador se exprese de esta manera en forma pública? ¿Es causal de
despido que manifieste su disconformidad con sus superiores o tareas?
Potenciar o afectar el rendimiento, esa es la cuestión
Este
cambio de paradigma en la forma que las personas manifiestan sus inquietudes y
las hacen públicas se ha trasladado inevitablemente a los lugares de trabajo y
quizás no afecten tanto al rendimiento de un trabajador, sobre todo si no se
encuentra en una línea de armado de piezas o en un puesto que exiga el 100% de
su atención, pero si comienzan a convertirse en un problema para la reputación
de algunas empresas. La persona dentro de la red social se convierte en un
usuario, pero si ese rol lo cumple dentro de su trabajo, además de usuario, es
un empleado de una empresa, lo que implica que la responsabilidad por lo que
manifieste en una red social impacta en forma directa sobre su empleador.
Steve Durbin es
vicepresidente de ventas y marketing de la ISF (Information Security Forum), organización sin fines de
lucro dedicada a la investigación y orientación en materia de seguridad de la
información. Durbin manifestó en una entrevista que es mucho más fácil para una
empresa resolver un problema relacionado con una infección o intrusión por
virus o spyware por el uso de redes sociales de los trabajadores que recuperar
un daño a la reputación provocado por un comentario negativo de un empleado, el
cual incluso podría terminar en una responsabilidad legal.
Para
Durbin, hoy existen más riesgos que beneficios asociados con el uso de las
redes sociales en una empresa y esto se debe a una cuestión de madurez en el
uso de las mismas.
Incluso,
sin intención (lo vemos a diario con algunos Community Managers que cometen
esos deslices) muchas veces suelen confundirse los perfiles corporativos y
personales al tener todo configurado en un mismo dispositivo.
Entonces ¿es bueno o malo?
Como comentaba Durbin, la
delgada línea que divide la vida social de la laboral y el sinuoso terreno que
las une es un ámbito peligroso para que las redes sociales funcionen sin
control ni políticas corporativas en una empresa. Tanto es asi, que un estudio de la empresa
de abogados británica DLA Piper asegura que dos de cada tres
personas desconoce el peligro jurídico que implica un comentario en Facebook o
un tuit inapropiado relacionado con su trabajo, sus pares o sus superiores y
subordinados.
¿Alguna
vez sufriste algún tipo de sanción o advertencia en tu trabajo por utilizar las
redes sociales? ¿Soluciona el problema de bajo rendimiento en un empledo
limitar o denegarle el aceso a sus perfiles sociales?
En el
Reino Unido se realizó un sondeo durante 2010 a más de 1.6 millones de
empleados y se llegó a la conclusión de que las horas no productivas utilizadas
por los empleados en las redes sociales producían pérdidas estimadas en 14 mil
millones de libras anuales.
Quizás
no exista aún una respuesta definitiva sobre si un empleado se ve afectado o
beneficiado en su rendimiento por tomarse unos minutos de su jornada laboral
para enterarse de las novedades de su entorno social a través de internet. Algo
así como salir del trabajo y visitar algún familiar en pocos minutos, lo que
seguramente relaje al trabajador.
Lo
que sí podemos asegurar es que prohibirlas no sería la solución ya que hoy
forman parte de la dinámica de comunicación de cualquier persona que se
relacione con pares, pero algunas políticas que ordenen a través de pautas de
uso, horas dedicadas a eso y responsabilidades respecto al alcance y poder de
las declaraciones que realice un usuario desde su trabajo podrían ordenar un
poco la manera en que madure esta nueva forma de interactuar que tenemos.
Fuente: Fayerwayer.com
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